Esta
es una entrevista que La Vanguardia Digital le
realizó al Dr. Mario Alonso Puig quien es Médico
Especialista en Cirugía General y del Aparato
Digestivo, Fellow de la Harvard University Medical
School y miembro de la New York Academy of Sciences
y de la Asociación Americana para el Avance de la
Ciencia. Hasta ahora lo decían los iluminados, los
meditadores y los sabios; ahora también lo dice la
ciencia: son nuestros pensamientos los que en gran
medida han creado y crean continuamente nuestro
mundo.
"Hoy
sabemos que la confianza en
uno mismo, el entusiasmo y
la ilusión tienen la
capacidad de favorecer las
funciones superiores del
cerebro. La zona prefrontal del
cerebro, el lugar donde tiene lugar el pensamiento
más avanzado, donde se inventa nuestro futuro, donde
valoramos alternativas y estrategias para solucionar
los problemas y tomar decisiones, está tremendamente
influida por el sistema límbico, que es nuestro
cerebro emocional. Por eso, lo que el corazón quiere
sentir, la mente se lo acaba mostrando". Hay que
entrenar esa mente. Tengo 48 años. Nací y vivo en
Madrid.
Estoy casado
y tengo tres niños. Soy cirujano general y del
aparato digestivo en el Hospital de Madrid. Hay que
ejercitar y desarrollar la flexibilidad y la
tolerancia. Se puede ser muy firme con las conductas
y amable con las personas. Soy católico. Acabo de
publicar Madera líder (Empresa Activa)
IMA SANCHÍS - 18/10/ 2004
- Más de 25 años ejerciendo de cirujano.
¿Conclusión?
-Puedo atestiguar que una persona ilusionada,
comprometida y que confía en sí misma puede ir mucho
más allá de lo que cabría esperar por su
trayectoria.
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- ¿Psiconeuroinmunobiología?
-Sí, es la ciencia que estudia la conexión que
existe entre el pensamiento, la palabra, la
mentalidad y la fisiología del ser humano. Una
conexión que desafía el paradigma tradicional. El
pensamiento y la palabra son una forma de energía
vital que tiene la capacidad (y ha sido demostrado
de forma sostenible) de interactuar con el organismo
y producir cambios físicos muy profundos.
- ¿De qué se trata?
-Se ha demostrado en diversos estudios que un minuto
entreteniendo un pensamiento negativo deja el
sistema inmunitario en una situación delicada
durante seis horas. El distrés, esa sensación de
agobio permanente, produce cambios muy sorprendentes
en el funcionamiento del cerebro y en la
constelación hormonal.
- ¿Qué tipo de cambios?
-Tiene la capacidad de lesionar neuronas de la
memoria y del aprendizaje localizadas en el hipocampo.
Y afecta a nuestra capacidad intelectual porque deja
sin riego sanguíneo aquellas zonas del cerebro más
necesarias para tomar decisiones adecuadas.
- ¿Tenemos recursos para combatir al enemigo
interior, o eso es cosa de sabios?
-Un valioso recurso contra la preocupación es llevar
la atención a la respiración abdominal, que tiene
por sí sola la capacidad de producir cambios en el
cerebro. Favorece la secreción de hormonas como la
serotonina y la endorfina y mejora la sintonía de
ritmos cerebrales entre los dos hemisferios.
- ¿Cambiar la mente a través del cuerpo?
-Sí. Hay que sacar el foco de atención de esos
pensamientos que nos están alterando, provocando
desánimo, ira o preocupación, y que hacen que
nuestras decisiones partan desde un punto de vista
inadecuado. Es más inteligente, no más razonable,
llevar el foco de atención a la respiración, que
tiene la capacidad de serenar nuestro estado mental.
- ¿Dice que no hay que ser razonable?
-Siempre encontraremos razones para justificar
nuestro mal humor, estrés o tristeza, y esa es una
línea determinada de pensamiento. Pero cuando nos
basamos en cómo queremos vivir, por ejemplo sin
tristeza, aparece otra línea. Son más importantes el
qué y el porqué que el cómo. Lo que el corazón
quiere sentir, la mente se lo acaba mostrando.
- Exagera.
-Cuando nuestro cerebro da un significado a algo,
nosotros lo vivimos como la absoluta realidad, sin
ser conscientes de que sólo es una interpretación de
la realidad.
- Más recursos...
-La palabra es una forma de energía vital. Se ha
podido fotografiar con tomografía de emisión de
positrones cómo las personas que decidieron hablarse
a sí mismas de una manera más positiva,
específicamente personas con trastornos
psiquiátricos, consiguieron remodelar físicamente su
estructura cerebral, precisamente los circuitos que
les generaban estas enfermedades.

- ¿Podemos cambiar nuestro cerebro con buenas
palabras?
-Santiago Ramón y Cajal, premio Nobel de Medicina en
1906, dijo una frase tremendamente potente que en su
momento pensamos que era metafórica. Ahora sabemos
que es literal: "Todo ser humano, si se lo propone,
puede ser escultor de su propio cerebro".
-¿Seguro que no exagera?
-No. Según cómo nos hablamos a nosotros mismos
moldeamos nuestras emociones, que cambian nuestras
percepciones. La transformación del observador
(nosotros) altera el proceso observado. No vemos el
mundo que es, vemos el mundo que somos.
- ¿Hablamos de filosofía o de ciencia?
-Las palabras por sí solas activan los núcleos
amigdalinos. Pueden activar, por ejemplo, los
núcleos del miedo que transforman las hormonas y los
procesos mentales. Científicos de Harward han
demostrado que cuando la persona consigue reducir
esa cacofonía interior y entrar en el silencio, las
migrañas y el dolor coronario pueden reducirse
un 80%.
- ¿Cuál es el efecto de las palabras no dichas?
-Solemos confundir nuestros puntos de vista con la
verdad, y eso se transmite: la percepción va más
allá de la razón. Según estudios de Albert Merhabian,
de la Universidad de California (UCLA), el 93% del
impacto de una comunicación va por debajo de la
conciencia.
- ¿Por qué nos cuesta tanto cambiar?
-El miedo nos impide salir de la zona de confort,
tendemos a la seguridad de lo conocido, y esa
actitud nos impide realizarnos. Para crecer hay que
salir de esa zona.
- La mayor parte de los actos de nuestra vida se
rigen por el inconsciente.
-Reaccionamos según unos automatismos que hemos ido
incorporando. Pensamos que la espontaneidad es un
valor; pero para que haya espontaneidad primero ha
de haber preparación, sino sólo hay automatismos.
Cada vez estoy más convencido del poder que tiene el
entrenamiento de la mente.
- Deme alguna pista.
-Cambie hábitos de pensamiento y entrene su
integridad honrando su propia palabra. Cuando
decimos "voy a hacer esto" y no lo hacemos alteramos
físicamente nuestro cerebro. El mayor potencial es
la conciencia.
- Ver lo que hay y aceptarlo.
-Si nos aceptamos por lo que somos y por lo que no
somos, podemos cambiar. Lo que se resiste persiste.
La aceptación es el núcleo de la transformación.
Entrevista a: Stella Maris Maruso, terapeuta que
aplica la psiconeuroendocrinoinmunología:
"Hay emociones que pueden matarte".
Tengo 55 años. Nací en Buenos Aires, donde vivo.
Educo a personas que atraviesan crisis severas.
Estoy casada y he criado cuatro hijos. ¿Política?
Ayudar a los demás a vivir hasta el último instante.
¿Dios? No soy religiosa, soy espiritual:
experimentar la trascendencia me sana.
¿Cuántos pacientes?
Casi 30.000 en los últimos 30 años, con enfermedades
de todo tipo, cánceres...
¿Cómo los ayuda?
No tratando de no morir, sino de vivir hasta morir.
De morir bien.
¿Qué es morir bien?
Vivir hasta el último instante con plenitud,
intensamente. Vivir más no es más tiempo, sino
sentirte alegre por estar aquí y ahora.
¿Acaso no vivían antes de enfermarse?
¡Muchos agradecen que su cáncer les haya enseñado a
ser felices, a vivir! La enfermedad es una
oportunidad de enriquecerse.
Mejor que no llegue.
¡Pero llega! El dolor entra en todas las casas. ¡Y
esto hay que saberlo! Deberíamos aprender desde
niños que morir es parte de la vida, y a
fortalecernos en cada contrariedad.
No nos lo enseñan, es verdad.
Al no aprender a dominar la mente, vivimos
arrastrados por ella. Eso es malvivir. ¡La mente es
demasiado loca para confiarle tu vida! Confíale tus
negocios, ¡pero no tu vida!
¿Por qué no?
La mente va de excitación en excitación, te impide
gozar la vida. Los médicos dicen que padecemos
"síndrome de déficit de deleite": ¡no sabemos gozar
de lo que nos da la vida!
Yo lo procuro.
Un 10% es lo que te pasa y un 90% es lo que haces
con lo que te pasa.
Cuestión de actitud. ¿Cuál es la mejor?
Sentir pasión ante la incertidumbre de la vida, ante
lo que sea que vaya a traerte.
¿Sea lo que sea?
Sí. Los psiquiatras detectan que hoy padecemos de
neurosis noógena: falta de responsabilidad y sentido
de la propia existencia.
Pues sí que andamos mal.
Sí, pero la ciencia vanguardista trae buenas
noticias: acudiendo a tu interior puedes obtener
todo lo que necesites, producir endógenamente todas
las drogas analgésicas, euforizantes... ¡Puedes
aprender a sanarte!
¿Y prescindir de la medicina?
Hablo de la tercera revolución de la medicina:
después de la cirugía y los antibióticos, llega la
psiconeuroendocrinoinmunología.
A ver si me cabe la palabra en una línea.
Es la disciplina que integra psiquismo y biología,
tras treinta años de investigaciones de sabios como
Carl Simonson, Robert Ader, Stanley Krippner...
¿Qué postulan?
La interconexión del sistema nervioso central, el
nervioso periférico, el endocrino y el inmunológico.
Te lo resumo: ¡las emociones modifican tu capacidad
inmunológica!
¿O sea que una emoción puede enfermarme?
La angustia ante lo incierto, el miedo, la
desesperanza, el remordimiento, la rabia... ¡Cada
una tiene su bioquímica! Y es venenosa, es depresora
del sistema inmunológico.
¿De un día para otro?
La salud no es un estado: es un proceso, y muy
dinámico. ¡Por tanto, siempre puedes reforzar tu
salud si trabajas tus emociones!
¿Las trabaja usted con sus pacientes?
Sí. Hay pacientes ordinarios, sumisos a creencias
establecidas, y pacientes extraordinarios, que
generan creencias sanadoras.
Creer que puedes curarte... ¿puede curarte?
Hay un viejo experimento famoso: a cuarenta mujeres
con cáncer de mama, el médico les contó que la
quimioterapia las dejaría calvas. Luego, sólo
suministró quimioterapia a veinte mujeres y dejó que
las otra veinte creyesen recibirla...
Y no me diga que...
Sí, sí: el 60% de las segundas quedaron tan calvas
como las tratadas con quimioterapia. ¿Qué modificó
la bioquímica interna de esas mujeres? ¡Sus propias
creencias!
Inducidas por el médico.
Lo que demuestra el enorme poder del médico. ¡El
médico puede estimular con su actitud la capacidad
autocurativa del paciente! Un hijo mío es médico: a
él y a todos los médicos les ruego que jamás le
digan a un paciente que su condición biológica es
irreversible. Ese es el único pecado médico.
Pues hay diagnósticos que desahucian.
Son condenas: matan más que el tumor. Acepta el
diagnóstico que sea, ¡pero jamás aceptes un
pronóstico! Jamás: si abandonas la esperanza de
mejorar, de luchar por tu propia salud..., activas
el suicidio endógeno.
Pero sembrar falsas esperanzas...
¿Falsas? A mi padre le pronosticó el médico tres
meses de vida por un diagnóstico de cáncer de
próstata diseminado al hígado. Trabajamos juntos con
amor, relajación, meditación, nutrición... y al año
no tenía células cancerosas. Vivió 18 años más.
¿Qué dijo su médico?
"Milagro", dijo. Remisión espontánea. Desde ese día
cerré mi empresa y me volqué a ayudar a otros como a
mi padre. Y yo hoy vivo en la frontera del milagro:
la remisión es un efecto colateral en enfermos que
han abrazado las fuerzas de la salud, la vida.
¿Cómo han dado ese abrazo?
Sintiendo que la enfermedad enriquece su vida y que
morir no es un castigo, ampliando el círculo de lo
que les importa y poniéndose al servicio con amor
por la vida que nos traspasa, escapando de su cabeza
y empezando a sentir: a reír, a llorar... Se han
permitido asombrarse y han experimentado estados de
trascendencia.
¿Qué entiende por trascendencia?
Liberarte de tu historia pasada y del temor por la
futura. La meditación ayuda mucho. Y eso cambia tu
bioquímica: estás sano, ¡vives! Por el tiempo que
sea, estás vivo.
Nota:
El cáncer de su padre le enseñó cómo ayudar a miles
de pacientes desde su Fundación Salud (www.fundacionsalud.org.ar),
en Argentina, avalada por científicos de primera
fila que la invitan a la facultad de Medicina de la
Universidad de Harvard a participar en seminarios de
curación espiritual (sic): por aquí aún no nos
suena, pero ella me asegura que será el nuevo
paradigma médico, en el que el paciente dejará de
ser visto como una máquina estropeada que tenga que
ser reparada o desahuciada. Esta señora entusiasta
me enseña que todo lo que como, pienso y siento va
tejiendo mi salud, y que puedo aprender a tejer.
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