
¿Qué es y quiénes la padecen?:
La psoriasis es una enfermedad inflamatoria crónica
de la piel, con una base genética. Si bien puede
iniciar a cualquier edad, lo hace mayormente entre
los 20 y 40 años.
Afecta predominantemente a la raza blanca, su
incidencia varía entre el 2 y el 4%; la raza negra
la padece en menor proporción.
En pacientes con predisposición a la psoriasis, la
epidermis (capa más superficial de la piel) se
renueva en sólo tres o cuatro días, cuando lo normal
es que tarde entre 28 y 30 días en renovarse. Se
observan, entonces, lesiones coloradas, cubiertas de
escamas secas blanquecinas (células de piel muerta)
muy definidas y de diferentes tamaños, que pueden
picar, doler y sangrar.
En la actualidad, muchos son los casos de pacientes
que padecen de psoriasis y el número va en aumento.
Esto es debido a que ésta es una patología
íntimamente relacionada al stress, el cual es muy
común de observar en sociedades como las que
vivimos.
Uno de los principales factores desencadenantes de
la enfermedad, como ya se mencionó anteriormente, es
el stress. Otro gatillo son las infecciones,
especialmente las de las vías respiratorias altas en
los niños, y algunos medicamentos. También podemos
mencionar el hábito de fumar, el consumo de alcohol
y factores relacionados a la alimentación (Plunkett,
1998).
¿Qué se puede hacer desde la alimentación?:
Desde la nutrición hay algunas estrategias que
podemos realizar los nutricionistas para prevenir la
aparición o paliar los síntomas de estos pacientes (Rackett,
1993).
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Cabe
destacar que no se puede pensar en la nutrición como única opción
para tratar esta enfermedad, se debe trabajar en un equipo
interdisciplinario con el médico dermatólogo y, en los casos que así
lo requieran, con el licenciado en psicología.
Analizaremos, por un lado, los diferentes aspectos
del plan de alimentación, el valor calórico total y
luego el rol tanto de los macronutrientes como el de
los micronutrientes para estos pacientes.Con respecto al valor calórico total, un estudio
realizado en Croacia (Rucevic, 2003) demostró que
una dieta hipocalórica mejoraba significativamente
los síntomas cutáneos de la psoriasis.
Dentro de los macronutrientes, podemos mencionar que
los ácidos grasos esenciales podrían beneficiar a
los pacientes con esta enfermedad debido a que
tienen un rol fundamental en la respuesta a la
inflamación y el sistema inmune (Das, 1999).
Los ácidos grasos W-6-omega estimulan y modulan la
cascada de los eicosanoides. Los ácidos grasos
W-3-omega en relación a los W-6-omega, intervienen
en la eficiencia del sistema inmunitario.
(Fernández, 2003). Dentro de las fuentes de estos
ácidos grasos, algunos pescados como caballa,
sardina, salmón y arenque fueron probados como
benéficos (Collier, 1993).
La psoriasis puede llevar a una depleción
nutricional de proteínas, folatos y hierro, debido a
la hiperproliferación y descamación de la piel (Prystowsky,
1993).
Con respecto a los micronutrientes, debemos tener en
cuenta que en los pacientes que padecen psoriasis
por más de tres años, el nivel de selenio en plasma
puede verse disminuido. Esta disminución será más o
menos importante de acuerdo a la duración de la
enfermedad y a la severidad de la misma (Serwin,
2003).
La vitamina D3 y
sus análogos fueron probados como una terapia
exitosa en el tratamiento de esta enfermedad (Holick,
1994).
Respecto al consumo de alcohol, debemos alentar a
los pacientes a que reduzcan su consumo ya que si es
consumido en exceso puede exacerbar los síntomas de
enfermedades cutáneas como los de la psoriasis
(Smith, 2000).
Cabe destacar que una de las drogas utilizadas en el tratamiento de esta
patología, el "Metotrexato", inhibe la enzima clave del metabolismo de
intracelular de los folatos (Alonso-Aperte, 2000).
Ahora bien, como conclusión dentro del ámbito de la nutrición podríamos
poner en práctica alguno de los siguientes ítems:
Reducir el valor calórico total en los pacientes con psoriasis, salvo en
aquellos que se encuentren en riesgo o padeciendo desnutrición.
Promover y aumentar el consumo de ácidos grasos esenciales.
Promover el consumo de carnes rojas debido no sólo a su aporte proteico,
sino al de hierro hem.
Fomentar el consumo y educar a los pacientes acerca del contenido de
hierro en los diferentes alimentos y sus factores facilitadores.
Aumentar la ingesta de selenio de la dieta (agua, vísceras, granos,
cebolla, carnes, mariscos, leche y es variable en las verduras).
Recomendar lácteos fortificados con vitamina D.
Reducir al máximo el consumo de alcohol.
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